Viernes, 02 Octubre 2015 02:47
Escrito por
Carlos Ramírez
Cuando el senador petista Manuel Bartlett Díaz
encaró al secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, por las críticas del
presidente Enrique Peña Nieto al populismo y puso su pecho para defender a
López Obrador, más de un ceño senatorial se frunció con picardía: la biografía
política del tabasqueño disfrazado de poblano, comenzó a saltar por las
contradicciones y autodesmentidos.
El antipresidencialismo actual de Bartlett choca
con el presidencialismo que le ayudó a forjar su biografía que le permitió
llegar al Senado por el PT de Raúl Salinas de Gortari. De 1982 a 1988, a
Bartlett le tocó estar donde estuvo Osorio Chong para cumplir con losmismos
menesteres: defender al presidente de la República.
Sólo que a Bartlett le tocó mucho de la guerra
sucia del sistema político, sobre todo, la de colaborar con la entronización y
consolidación del neoliberalismo que hoy condena desde el PT y su impresentable
lopezobradorismo.
Como secretario de Gobernación, le tocó avalar lo
que le critica a Peña Nieto y a Osorio Chong: la entronización del narco, el
asesinato de periodistas, especialmente, el del columnista Manuel Buendía, la
alianza de la Federal de Seguridad con cárteles de la droga, el asesinato del
agente de la DEA Enrique Camarena Salazar, la represión a la prensa, la
operación autoritaria para quitarle la revista Impacto a Mario Sojo Acosta, las
amenazas a Julio Scherer, a través de su testaferro José Antonio Zorrilla
Pérez, para evitar que publicara una notas que revelaban el uso de un comando
de Gobernación en Venezuela, para rescatar a una sobrina de una secta.
Y hay más: el fraude electoral en Chihuahua en 1986
para evitar el triunfo del PAN, la fundamentación del argumento del “fraude
patriótico” para que en la revolucionaria Chihuahua no llegara la reacción, el
fraude electoral en 1988 que entronizó a Carlos Salinas de Gortari en el poder
sin la legitimidad electoral.
La lista sigue: en 1974 el activista Rosendo
Radilla fue desaparecido por fuerzas de seguridad, mientras Bartlett era nada
menos que director general de Gobierno de la Secretaría de Gobernación, y por
tanto, cómplice del uso de la fuerza contra disidentes; es decir, Bartlett fue
aliado del autoritarismo represor a la izquierda… a la que ahora dice
pertenecer por la bendición de López Obrador.
Por el asesinato de Camarena, Bartlett no debe
entrar a EE UU, porque, a decir del entonces embajador Jeffrey Davidow, “no
podría salir” y estaría obligado a declarar en tribunales como indiciado. Por
cierto, Bartlett trata de no cruzar espacio aéreo estadunidense cuando viaja a
Europa, porque podrían bajarlo del avión y arrestarlo.
Las críticas de Bartlett a Osorio Chong por el
presidencialismo de Peña quieren olvidar lo que Bartlett escribió en septiembre
de 1969 —después del 68 represor— en la revista Pensamiento Político, editada
por la CNOP del PRI sobre el presidencialismo al que Bartlett se postró antes de
su exoneración y purificación por López Obrador.
“El presidente de la República, automáticamente, es
el líder del PRI. Y en razón del carácter mayoritario del PRI y de la
disciplina partidista que demanda, el presidente de la República, (como) líder
del partido, está en posición de orientar a la mayoría en la Cámara de
Diputados, al Senado de la República, a las gubernaturas de los estados y a la
mayoría de los gobiernos municipales”.