El Comité Central
del PCCh decide asimismo reducir los delitos punibles con la pena capital
JOSE REINOSO Pekín
15 NOV 2013 - 19:58 CET
China ha puesto en
marcha el mayor plan de reformas económicas y sociales en décadas. Y, al mismo
tiempo, ha roto con algunas herencias del pasado. Ha decidido liberalizar más los
mercados, otorgar un mayor papel a la empresa privada, poner fin a los campos
de reeducación por el trabajo, suavizar la política del hijo único y reducir
"paso a paso" el número de crímenes que son objeto de pena de muerte,
entre otros, según un documento hecho público este viernes por la agencia
oficial Xinhua con las decisiones adoptadas en el Tercer Pleno del 18 Comité
Central del Partido Comunista Chino (PCCh), clausurado el martes pasado tras
cuatro días de conciliábulo.
El texto aporta
detalles al listado de conclusiones generales emitido tras el cierre del pleno,
en el que lo más destacado fue el impulso a la iniciativa privada en la
economía y la creación de un comité de seguridad estatal, que concentra más
poder bajo el mando directo del presidente, Xi Jinping.
Los detalles
revelados hoy despejan cualquier duda sobre la consolidación de Xi Jinping en
el poder y la intención de los líderes chinos de reformar en profundidad la
economía para hacerla menos dependiente de las inversiones y la exportación, y
más del consumo interno. La clave será ahora la implantación de este ambicioso
paquete de medidas.
La nueva política
de hijo único fija que aquellas parejas en las cuales el padre o la madre sean
hijos únicos podrán tener dos hijos. Entre las decisiones adoptadas de índole
social, figura también el compromiso de "trabajar para prohibir la
extracción de confesiones mediante la tortura y los abusos físicos".
Además, serán totalmente abolidas las restricciones de residencia en las ciudades
pequeñas y municipios y se relajarán gradualmente en las de tamaño medio, se
integrarán los sistemas de seguridad social urbano y rural, se acelerará la
convertibilidad de las cuentas de capitales y se creará un impuesto
medioambiental.
El precio de los
combustibles, electricidad y otros servicios será decidido principalmente por
el mercado, se mejorarán los mecanismos de fijación de la tasa de cambio del
renminbi, se impulsará la liberalización de los tipos de interés, y se
incrementará el nivel de convertibilidad del yuan en transacciones
internacionales. También se promoverá la participación privada en proyectos
estatales, y se impulsará la protección del medio ambiente.
La eliminación de
las restricciones de residencia en pequeñas ciudades es un paso hacia la supresión
algún día -aún lejano- del registro de residencia o 'hukou', que liga a cada
persona con su lugar de nacimiento, lo que impide en la práctica que los
habitantes de las zonas rurales emigren con sus familias a las ciudades, ya que
la falta de 'hukou' urbano les impide acceder a los mismos derechos educativos
y sanitarios que los locales. Con la modificación del sistema, Pekín quiere
acelerar los planes de urbanización y que decenas de millones de campesinos se
muden a las ciudades y, en consecuencia, consuman más. Los campesinos recibirán
derechos para "poseer, utilizar, beneficiarse y transferir la tierra de la
cual tienen contrato (de uso)", según Xinhua. El suelo en China es
propiedad del Estado.
El documento con
las decisiones del pleno asegura que se producirá "una mayor apertura del
sector bancario, a condición de que sean reforzadas las regulaciones, y se
permitirá que el capital privado cualificado establezca bancos pequeños y
medianos". China tiene ahora solo unos pocos bancos privados. "El 30%
de los beneficios de los capitales de propiedad estatal tendrán que ser
entregados al Gobierno para 2020", añade el texto. Actualmente, el
porcentaje oscila entre el 0% y el 15%. "El dinero será utilizado para
mejorar la vida de la gente", dice.
La reeducación por
el trabajo es un controvertido sistema de detención que autoriza a la policía a
encarcelar hasta cuatro años sin necesidad de juicio. Ha sido objeto de
críticas tanto dentro como fuera del país por defensores de los derechos
humanos, activistas y abogados, que consideran que viola los derechos del
ciudadano, va en contra de los procedimientos legales e incumple la
Constitución china. En septiembre, Guangzhou (capital de la provincia sureña de
Guangdong) anunció que eliminaría este castigo para finales de este año.
El sistema,
conocido como 'laojiao', fue creado en la década de 1950, a partir del modelo
soviético, poco después de la llegada al poder de Mao Zedong en 1949. Se
desconoce el número real de personas que están internadas en campos reeducación
por el trabajo. La cadena de televisión pública CCTV asegura que son unas
310.000; el Ministerio de Justicia dice que en 2008 había 160.000 internos.
El país asiático
estudiaba desde hacía años modificar el sistema, pero la decisión ha sido
retrasada una y otra vez, en particular por la oposición del Ministerio de
Seguridad Pública, que había advertido del riesgo que puede representar para la
estabilidad social. La llegada de una nueva generación de líderes en el 18
Congreso del Partido Comunista Chino en noviembre pasado, con la promesa de
crear una "sociedad armoniosa", ha permitido dar un impulso y acabar
con este sistema de herencia maoísta, muy criticado y que ya estaba cayendo en
desuso.
Los líderes chinos
habían advertido que el Tercer Pleno del 18 Comité Central sería "sin
precedentes", y la prensa oficial había trazado cierto paralelismo con el
Tercer Pleno del 11º Comité Central en diciembre 1978, en el que Deng Xiaoping
puso en marcha el proceso de apertura y reforma, que cambiaría el rumbo de China
para siempre. En 1993, fue establecido el denominado sistema de economía de
mercado socialista y se dio el impulso a la empresa privada.
En el pleno de
2013, Pekín ha decidido profundizar las reformas económicas para garantizar que
el mercado juega un papel "decisivo" en la asignación de recursos,
aunque "mantendrá el papel dominante de la propiedad pública". Pero
también ha dejado claro que no habrá transformaciones democráticas de estilo
occidental. El abanico de decisiones adoptadas es amplio y ambicioso, aunque
buena parte se esperaba. Muchos de los cambios estaban en estudio desde hacía
tiempo, e incluso han sido probados a menor escala en algunas provincias. Los
mandatarios chinos son fanáticos de los ensayos previos y el avance progresivo.
Buenos seguidores de la escuela de Deng Xiaoping.
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