Posicionamiento sobre reforma energética
El día martes 8 de abril del año en curso, el titular del ejecutivo federal envío al Senado de la República, diversas iniciativas del ley para reformar la ley orgánica de Petróleos Mexicanos (PEMEX). Después de meses de espera y de negar que existiera tal propuesta, la única acción del gobierno federal fue la propaganda televisiva que no informaba absolutamente nada y sí intentaba manipular.
En un estudio del contenido de las iniciativas, declaramos que nos oponemos rotundamente a las modificaciones al actual marco legal, ya que no presentan una justificación técnica, jurídica o administrativa sólida, para que empresas privadas extranjeras intervengan que en la refinación y distribución de hidrocarburos, la primera de estas una actividad de alto valor agregado. ¿Si tanta es la urgencia por construir refinerías a donde se destinaron los casi 40 mil millones dólares de excedentes petroleros en el sexenio pasado, mal llamado “del cambio”?
El problema de fondo es el régimen fiscal de PEMEX y no apreciamos en ninguna parte de las iniciativas, alguna disposición que modifique de fondo la sangría que se le hace a la paraestatal de sus cuantiosos ingresos.
Creemos que el motivo para presentar dichas iniciativas es de índole ideológico: para los integrantes del gobierno federal, a su buen entender, las empresas extranjeras (ya que el capital nacional carece de liquidez para las enormes inversiones que requiere el sector) son las únicas que pueden administrar eficientemente un recurso que dicho sea de paso es propiedad de todo los mexicanos. Asimismo no descartaríamos los compromisos con países extranjeros y las famosas “7 hermanas”, ¿o como explicar que México va contra la corriente mundial de países tan disímbolos como Rusia, Noruega, Arabia Saudita y Venezuela, cuyos gobiernos buscan una participación mayor en toda la cadena productiva del petróleo.
¿Por qué compartir los beneficios económicos con inversionistas extranjeros? ¿Cuál es la urgencia por aprobar las iniciativas sin una discusión amplia? ¿Por qué no involucrar a especialistas mexicanos en la discusión? ¿Acaso se ha dado difusión al caso brasileño que después de varios años de apertura al sector petrolero ahora se arrepienten de tal decisión?
Por todo lo anterior expuesto no podemos más que pronunciarnos en contra de tales iniciativas que solo hipotecan el futuro de los mexicanos y de aprobarse sentarían un futuro negro para el país.
El día martes 8 de abril del año en curso, el titular del ejecutivo federal envío al Senado de la República, diversas iniciativas del ley para reformar la ley orgánica de Petróleos Mexicanos (PEMEX). Después de meses de espera y de negar que existiera tal propuesta, la única acción del gobierno federal fue la propaganda televisiva que no informaba absolutamente nada y sí intentaba manipular.
En un estudio del contenido de las iniciativas, declaramos que nos oponemos rotundamente a las modificaciones al actual marco legal, ya que no presentan una justificación técnica, jurídica o administrativa sólida, para que empresas privadas extranjeras intervengan que en la refinación y distribución de hidrocarburos, la primera de estas una actividad de alto valor agregado. ¿Si tanta es la urgencia por construir refinerías a donde se destinaron los casi 40 mil millones dólares de excedentes petroleros en el sexenio pasado, mal llamado “del cambio”?
El problema de fondo es el régimen fiscal de PEMEX y no apreciamos en ninguna parte de las iniciativas, alguna disposición que modifique de fondo la sangría que se le hace a la paraestatal de sus cuantiosos ingresos.
Creemos que el motivo para presentar dichas iniciativas es de índole ideológico: para los integrantes del gobierno federal, a su buen entender, las empresas extranjeras (ya que el capital nacional carece de liquidez para las enormes inversiones que requiere el sector) son las únicas que pueden administrar eficientemente un recurso que dicho sea de paso es propiedad de todo los mexicanos. Asimismo no descartaríamos los compromisos con países extranjeros y las famosas “7 hermanas”, ¿o como explicar que México va contra la corriente mundial de países tan disímbolos como Rusia, Noruega, Arabia Saudita y Venezuela, cuyos gobiernos buscan una participación mayor en toda la cadena productiva del petróleo.
¿Por qué compartir los beneficios económicos con inversionistas extranjeros? ¿Cuál es la urgencia por aprobar las iniciativas sin una discusión amplia? ¿Por qué no involucrar a especialistas mexicanos en la discusión? ¿Acaso se ha dado difusión al caso brasileño que después de varios años de apertura al sector petrolero ahora se arrepienten de tal decisión?
Por todo lo anterior expuesto no podemos más que pronunciarnos en contra de tales iniciativas que solo hipotecan el futuro de los mexicanos y de aprobarse sentarían un futuro negro para el país.
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