Tal como lo comenté en la entrevista que me realizaron en Intolerancia Diario, el 13 de julio de 2012, "Sin alianza no gana la oposición en 2013".
DIARIO CAMBIO
Tiempos de Nigromante
Arturo
Rueda
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07/08/2012
La
nueva megacoalición del 2013 se materializa
El
complejo escenario electoral del 2013, cuyo elemento principal será el debut de
la aplanadora tricolor con Enrique Peña Nieto a la cabeza, está provocando
modificaciones sustanciales en las actitudes de quienes hasta hace poco se
creían enemigos irreconciliables. Juan Manuel Oliva, a quienes lo medios
nacionales señalan como cabeza visible del Yunque, visitó Puebla en su calidad
de secretario adjunto del PAN y dejó varios mensajes en su reunión con el
Consejo Estatal del albiazul. El más importante fue que los panistas deben
considerar la conformación de una megacoalición electoral con la izquierda para
el próximo año, semejante a la que en 2010 logró derrotar al PRI. La sola
sugerencia de Oliva de considerar tal alianza, cuando otros personajes como
Juan Carlos Mondragón la habían descartado de plano, abre la posibilidad de
reeditar Compromiso por Puebla el próximo año para intentar retener la mayoría
en el Congreso local y en los ayuntamientos.
La
racionalidad es el elemento fundamental de la política. El hígado siempre es
garantía de derrotas y funciona poco para ganar elecciones. Por ello la
preocupación de la gran mayoría de los actores es cómo evitar un futuro
previsible en la que la aplanadora tricolor vuelva a apoderarse de todas las
gubernaturas y alcaldías en el país para restaurar, en pleno siglo XXI, el
“glorioso” siglo XX del PRI. En la derecha y en la izquierda se vive la misma
preocupación: detener al buque de Peña Nieto porque si no lo hacen, en el 2018
no quedará nada qué disputar.
Jesús
Zambrano también está abierto a la idea de analizar una coalición electoral. El
líder nacional del PRD acompañó a López Obrador en su primera gira de la
derrota, y ahí el integrante del grupo de “Los Chuchos” anunció que el Sol
Azteca valora la posibilidad de reeditar la gran alianza del 2010, junto al PAN
y al resto de los partidos de izquierda. O sea que el tema no es un tabú ni
para la izquierda ni para la derecha.
Todo
parte de un análisis realista: aunque la izquierda tuvo sus mejores resultados
de la historia en la elección presidencial de julio, la verdad es que esa
votación no se va a trasladar al ámbito local. Ya se vio en el regreso de López
Obrador a Puebla el domingo pasado: su atractivo ya desapareció pues apenas
reunió 3 mil simpatizantes en el zócalo, cuando en el final de la campaña
atiborró el estadio Hermanos Serdán con 35 mil almas. En otras palabras: la
izquierda no se la cree. Sabe que en Puebla su potencial sigue siendo reducido
y por ello necesita de la coalición electoral para tener juego.
Lo
mismo aplica para los partidos minoritarios de la izquierda y el PT: con sus
porcentajes no llegan a ningún lado. E incluso el Panal comparte la misma
postura: su política de alianzas les ha permitido consolidarse, y pese al éxito
del 2012 con sus 200 mil votos, Gerardo Islas no le hace al feo a la
megacoalición.
Por
supuesto que el principal promotor de una gran coalición es Moreno Valle porque
es el primer interesado en retener la mayoría en el Congreso local y, por fin,
tener un alcalde con el que pueda colaborar sin mezquindades. Pero el
gobernador sabe que las fuerzas de los partidos no le alcanzan, por el simple y
sencillo hecho de que los partidos políticos no interesan a los ciudadanos que
buscan gobiernos eficaces. El mejor ejemplo es Peña Nieto: pese a las
acusaciones que le llovieron de todo tipo, una mayoría de mexicanos lo hizo
presidente por la imagen que tiene de gobernante eficiente.
El
análisis realista de la política parte de hechos y no de dogmas: por más que el
PAN se sienta fuerte para ir solo en los comicios del 2013, la realidad es que
el nuevo entorno nacional lo pone contra las cuerdas. Moreno Valle no reniega
ni abandona su condición de panista, pero la nueva megacoalición sólo será una
realidad si el gobernador es garante de pluralidad con todos los partidos y les
ofrece recompensas para ir en un gran frente capaz de enfrentar al nuevo PRI.
Las
posturas radicales de Juan Carlos Mondragón y los demás miembros del Yunque
poco a poco comienzan a suavizarse. Los hechos los rebasaron y sus pocas
fortalezas, como el dominio del padrón en Puebla capital, se diluyeron con las
nuevas afiliaciones. Además, por supuesto, los panistas empiezan a vislumbrar
el impacto de perder la Presidencia: adiós a la burocracia dorada y a las
prebendas.
Juan
Manuel Oliva, identificado como la cabeza del Yunque, trajo un buen mensaje en
tiempos complicadísimos: más vale hacerse a la idea de una megacoalición antes
de perder las pocas posiciones de poder que les quedan. Eso, o en el 2018 ya no
tendrán nada que hacer para regresar a Los Pinos, porque el PRI se quedará
otros 70 años.
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