DIARIO CAMBIO
Indicador Político
Carlos Ramírez
11/04/2012
+ Elección 2012: sólo
continuismo
+ AMLO y Peña ya no
preocupan
Luego de desorientar a
la sociedad con mensajes de precampaña de que todo estaba mal y que había que
cambiar todo, ahora resulta que los tres principales candidatos a la
presidencia de la república sólo ofrecen la continuidad del modelo político,
económico y social.
La muerte del ex
presidente Miguel de la Madrid vino a reposicionar en el espacio
político-electoral el tema fundamental: el agotamiento --por no decir que
fracaso-- del modelo de desarrollo neoliberal que impuso el delamadridismo
comandado por Carlos Salinas de Gortari y avalado por la sumisión del PRI.
Con Guillermo Ortiz
Martínez y Agustín Carstens como comandantes del proyecto económico, el priísta
Enrique Peña Nieto ni siquiera tendrá que preocuparse por restaurar el priísmo
económico porque los dos gobiernos panistas mantuvieron la misma política
económica: Vicente Fox traicionó al PAN y el voto del cambio y mantuvo el mismo
rumbo económico neoliberal con Francisco Gil Díaz, jefe de los Chicago boys
mexicanos, en Hacienda y luego Felipe Calderón tampoco viró la nave al operar
con Agustín Carstens, segundo de a bordo del Fondo Monetario Internacional.
En la lógica de la
continuidad natural de un mismo partido en el poder, el equipo económico de
Josefina Vázquez Mota estaría jefaturado por Ernesto Cordero, sucesor de
Carstens en Hacienda y por tanto del mantenimiento del mismo rumbo económico.
Y en el equipo
económico de Andrés Manuel López Obrador tiene a Rogelio Ramírez de la O, un
asesor económico de empresas trasnacionales, aunque en realidad es el propio
candidato el que ha decidido mantener la misma política económica para no
ahuyentar a los capitales ni poner nerviosos a los empresarios. En todo caso,
la propuesta de López Obrador --que no llega a nivel de estrategia-- radica en
gastar más en apoyo social improductivo con el ahorro en el control del gasto.
Los discursos y documentos del tabasqueño no definen un nuevo rumbo.
De ahí que en lo
económico el país tenga en la elección presidencial el continuismo neoliberal
en sus diferentes versiones: el neoliberalismo populista del PRI y del PAN y el
populismo neoliberal del PRD; el neoliberalismo se identifica en el
mantenimiento del equilibrio macroeconómico y en el gasto que permita el
presupuesto pero sin aumentar el déficit presupuestal ni la deuda. En todo
caso, los programas sociales se agotan en la atención a grupos pobres con
programas asistencialistas que no modifican el modelo de desarrollo ni
potencian las posibilidades de desarrollo que tiene el Estado.
En el tema de la
seguridad, los tres candidatos criticaron durante la precampaña la estrategia
del presidente Calderón y los tres prometieron “cambios”, pero al final se han
tenido que rendir ante las evidencias de la esencia de la estrategia de lucha
contra el crimen organizado: o se combatía a los cárteles en sus madrigueras o
se cedía soberanía de territorio del Estado a bandas que dominaban zonas
territoriales importantes. Peña ha prometido mantener al ejército y a la marina
en las calles, a pesar de que criticó a Calderón por esa decisión; López
Obrador dice un día una cosa y otro día dice otra pero con el afán de confundir
sus mensajes y no aceptar lo inevitable: la única fuerza capaz de resistir y
replegar a los criminales es la fuerza armada. Y Josefina habla de una “nueva”
estrategia pero ante el clamor ciudadano de que los militares y marinos no ser
retiren de las calles.
Ninguno de los
candidatos habla de nueva estrategia de desarrollo, de redefinición de
objetivos de desarrollo del Estado, de las grandes reformas al modelo
populista-estatista del viejo PRI, de la manera de aflojar los controles
macroeconómicos para convertir al mercado interno y al gasto público en el
detonador de la reactivación, de la aceptación de que el actual modelo de desarrollo
sólo puede garantizar el bienestar del 45% de los mexicanos y la necesidad de
que el país crezca a tasas de 6% anual sin inflación ni desequilibrios
macroeconómicos.
La muerte de De la
Madrid recordó que el país tuvo el quiebre en modelo de desarrollo y política
económica en el sexenio 1982-1988 con Carlos Salinas como el estratega
económico y que el costo social del inicio del ciclo neoliberal convirtió al
sexenio de De la Madrid en el “sexenio del crecimiento 0%” porque el PIB real
de 1988 fue igual al de 1982, seis años perdidos. De la Madrid le apostó al
continuismo con la candidatura de Salinas y ahí jugó un papel clave Manuel
Bartlett como el secretario de Gobernación encargado de la elección
presidencial: el objetivo fue contener a Cuauhtémoc Cárdenas porque
representaba en ese entonces la revalidación del modelo populista tradicional
priísta.
El modelo neoliberal De
la Madrid-Salinas estuvo a punto de naufragar en 1994 con el discurso de Luis
Dolando Colosio de regresar al populismo social pero el asesinato impidió ese
retorno; su sucesor fue Ernesto Zedillo, el operador económico del
neoliberalismo salinista y candidato de Joseph Marie Córdoba Montoya, el
arquitecto del viraje a la derecha económica de Salinas. Zedillo mantuvo el
rumbo neoliberal y ayudó a la llegada de Fox a la presidencia porque la
candidatura priísta de Francisco Labastida Ochoa iba a dar por terminado el
ciclo neoliberal.
El problema del
neoliberalismo no es ideológico sino de política económica vis a vis política
social. El neoliberalismo cerró el ciclo del populismo del gasto público sin
política de ingresos --un “desarrollo estabilizador vergonzante”, afirmó Carlos
Tello Macías-- y se ha aferrado al poder con el saldo del equilibrio
macroeconómico aunque aumentando la pobreza social. Ante este escenario, los
candidatos presidenciales han preferido mantener el continuismo y no explorar
alguna alternativa de nueva política de desarrollo.
Por ello en lo
económico y social no importa quién gane, porque el país seguirá el rumbo
neoliberal que fijaron De la Madrid, Salinas y la élite financiera
internacional comandada por el FMI.
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