Un “no” rotundo al estilo precioso de vida
Escrito
por Arturo Rueda
En
redes sociales y a través de videos, el morenovallismo se dedicó a exhibir la
ostentación grosera de la riqueza acumulada en pocos años con fotografías
obtenidas de las redes sociales de… sus hijas. Viajes, lujos, compras,
departamentos en Miami y hasta las excentricidades con sus mascotas
Las
elecciones del domingo 7 de julio representan un hito histórico como la
evidencia final de que Mario Marín ha sido desterrado definitivamente de la
política poblana. Que su rehabilitación y regreso a la vida pública es
imposible, y que se mantendrá como apestado en los círculos sociales y de poder
hasta el fin de los tiempos. El “Góber precioso” y su legado se convirtieron,
nuevamente, en el principal factor de decisión de los poblanos para votar en
contra del PRI. El tracking CAMBIO/Mas Data revela que hasta antes del spot “Ni
un paso atrás”, entre Enrique Agüera y Antonio Gali Fayad todavía había
competencia. Pero después de que masivamente se difundiera, el candidato del
PRI-PVEM empezó a desplomarse y desplomarse hasta que tocó fondo. El legado de
Mario Marín fue la bala de plata para un candidato que lucía indestructible.
Pero
Enrique Agüera resultó un gigante con pies de barro que no resistió el reflejo
de su propio pasado. Posicionado como el mejor aspirante del tricolor entre
octubre de 2012 y marzo de 2013, en cuanto puso un pie fuera de la Universidad
Autónoma de Puebla empezó a desplomarse. Es decir, era el rector quien tenía el
excelente posicionamiento, pero fue Enrique Agüera quien concurrió a las
elecciones bajo el manto tricolor, el partido con mayor rechazo en la capital
poblana.
Enrique
Agüera ya llegó herido de muerte al proceso electoral. Su pasado de cercanía al
marinismo, el fuerte vínculo con el “Góber precioso”, las dudas sobre el crecimiento
de su patrimonio que explotaron en agosto de 2010 con los reportajes de “Punto
de Partida”, los documentados excesos en su estilo de vida personal, así como
la publicitación en las redes sociales de sus hijas de un oneroso life style
que nunca correspondió a sus ingresos como rector, le generaron una imagen
turbia entre los electores que durante dos años ocultó el capello del
rectorado.
Si
la campaña 2013 fue sucia se debió a que el eje de la estrategia morenovallista
fue explotar ese pasado turbio y su cercanía con Mario Marín. En una encuesta
de Mas Data, a principios de 2013, reveló que en cuanto la figura de Agüera era
asociada en compadrazgo al “Góber precioso”, se caía entre 12-14 puntos de
intención de voto. Lo mismo les ocurría a otros candidatos en el interior. En
ese sentido, probablemente Enrique Doger era potencialmente un mejor abanderado
a la alcaldía, ya que su distancia a la figura de Mario Marín es evidente para
todos los poblanos.
Enrique
Agüera nunca quiso deslindarse de Mario Marín, y quizá si lo hubiera hecho no
sería creíble, ya que las evidencias fotográficas del compadrazgo y amistad
sobraban. Por ejemplo, los XV años de su hija Brenda, así como el polémico
cumpleaños en el que aparece ataviado con el traje blanco. La única declaración
al respecto la hizo en el programa #NosotroslosTroles a pregunta de Selene
Ríos, y afirmó que tuvo una relación “institucional” en su calidad de rector,
como también la tuvo con Melquiades Morales y Moreno Valle. Por supuesto, no
volvió a hablar del tema y nadie le creyó.
En
la tercera semana de campaña se abrió la caja de Pandora, cuando Gali al tiempo
de abrir su declaración patrimonial con 77 millones de pesos, retó a Agüera a
hacer lo mismo. El escándalo ya nunca lo abandonó porque sus respuestas siempre
fueron evasivas. La BUAP subió un documento que consignaba 20 millones en lo
personal, pero nunca dio a conocer la de su familia. Todo se acumuló,
especialmente con las revelaciones del diario Reforma con propiedades de su
hija y hermanos por un millón de dólares.
En
redes sociales y a través de videos, el morenovallismo se dedicó a exhibir la
ostentación grosera de la riqueza acumulada en pocos años con fotografías
obtenidas de las redes sociales de…sus hijas. Viajes, lujos, compras,
departamentos en Miami y hasta las excentricidades con sus mascotas. Total, un
estilo de vida preciosista.
Ahí
radica la mayor enseñanza de esta elección: desde 2005 a 2010 el marinismo
instauró un estilo de vida venal en Puebla basado en la exhibición inmoral de
la riqueza producto de la corrupción. La acumulación de bienes, relojes,
coches, lujos, fiestas, viajes y viejas de los miembros de la burbuja. ¿Quién
no recuerda el Ferrari del hijo de Javier García? ¿La acumulación de los viajes
y empresas de la hija de Arango? ¿Las dotes empresariales de Mario Marín
junior? ¿La notaría adquirida por Valentín Meneses en condiciones sospechosas?
¿El Luna Canela de Chávez Carretero? ¿La prosperidad inaudita de la Universidadde
Oriente de los Agüera? ¿Las inversiones en la casa de bolsa Vector por parte de
Pérez Salazar? ¿El súbito florecimiento empresarial de Edgar Nava, Óscar García
y tantos beneficiarios más?
La
derrota de Enrique Agüera es un no rotundo al estilo precioso de vida que sigue
presente en la memoria de los poblanos, que nos provocó el desprestigio
nacional: funcionarios que dispusieron del erario como si fuera su propio
patrimonio. Se puede esconder la mano que roba, pero no la mano que gasta. Aunque
una y mil veces el ex rector dijo que todo su dinero era lícito, nadie se lo
creyó. Aunque de 2010 en adelante actuó de forma más reservada, los excesos del
sexenio marinista finalmente lo alcanzaron.
La
lección es para nuestros actuales funcionarios y candidatos del futuro: el
desorden patrimonial, las incongruencias entre declaraciones, la exhibición
grosera de la riqueza mal habida, los lujos y el dispendio acaban pasado
factura. El pasado siempre alcanza por más que intentemos negarlo. La virtud de
los morenovallista quizá no es ser honesto, sino la capacidad de tener un
perfil más bajo, lejos de los escándalos y desordenes patrimoniales. Quizá en
algunos años nos enteremos de sus súbitos dones empresariales. Por mientras,
son lo opuesto al estilo preciosista de vida. Y por eso ganaron.
Significa,
además, la erradicación del preciosismo como estilo venal de hacer política: la
exhibición indiscriminada de la riqueza y las excentricidades que provoca. En
lo futuro, en el marco de las redes sociales y de la transparencia ilimitada,
en el que ya nada es secreto.
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