El
papa Francisco y el declive del catolicismo latinoamericano
La Jornada, Miércoles 17 de julio de 2013 |
La
jornada
Miércoles 17 de julio de 2013
El
papa Francisco y el declive del catolicismo latinoamericano
Bernardo
Barranco V.
A unos cuantos días
de la visita del papa Francisco a Brasil existen expectativas e interrogantes
sobre el desempeño del pontífice. Francisco viene a encabezar la Jornada
Mundial de la Juventud que se celebrará en Río de Janeiro, entre el 23 y el 28
de julio, con una audiencia estimada de 1.5 millones de personas. El Papa llega
a un país convulsionado por violentas protestas que pusieron en estado de
alerta a los organizadores, quienes, junto con los responsables de la curia
romana, determinaron proseguir con el viaje de Francisco, a pesar del
manifiesto descontento social de amplios sectores de la población hacia las
políticas económica y social del gobierno encabezado por la presidenta
brasileña, Dilma Rousseff.
La jornada mundial
es un magno evento que no se debe despreciar. Además del Papa, convoca a más de
250 obispos de diferentes nacionalidades que guiarán los encuentros y las
reflexiones de los jóvenes, además de que los presidentes episcopales
latinoamericanos agrupados en el Celam tendrán espacios con el pontífice
argentino. Pero, más allá de las jornadas, el objetivo de Bergoglio es animar
la moral y la talante pastoral de una Iglesia católica brasileña a la baja. Si
bien en Brasil se tiene el mayor número de católicos en el mundo, éste ha
venido disminuyendo de manera acelerada. Según el último censo del Instituto
Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), en 2010, 64.6 por ciento de la
población se considera católica, contra 73.6 por ciento en 2000. Todavía en los
años 80 los católicos estaban arriba de 90 por ciento. En Brasil, esta
disminución está correlacionada por un aumento en el número de evangélicos.
Según el mismo IBGE, el número de creyentes aumentó de 15.4 por ciento en 2000
a 22.2 por ciento en 2010. A diferencia de Europa, donde el ascenso notable
corresponde a los ateos y agnósticos, en Brasil se experimenta un éxodo de
fieles de la Iglesia católica hacia otras formas de religión, especialmente las
denominaciones pentecostales, que representan 60 por ciento de la población
evangélica. En Brasil y México, los dos países con mayor número de católicos,
se pone en evidencia la crisis actual del catolicismo latinoamericano, que en
los últimos 25 años ha sido desbordado por nuevas y emergentes ofertas
religiosas. En países centroamericanos el número de católicos ha disminuido a
niveles de 50 por ciento. Por ello, se ha venido atemperando el discurso
triunfalista y mediático, desarrollado sobre todo bajo de pontificado de Juan
Pablo II.
El concepto
pentecostalismo viene de un pasaje de la Biblia que dice que un día de
Pentecostés, pascua judía, el Espíritu Santo descendió ante los apóstoles y
comenzó a operar milagros. Uno de los notables poderes del Espíritu Santo
pentecostal en Brasil es la capacidad de cura, de ahí las imágenes en sesiones
de trance, sanciones y euforia. El pentecostalismo brasileño es un fenómeno de
las masas pobrísimas, excluidas y abandonadas a su suerte, tanto por católicos
como por protestantes. El éxito de las denominaciones pentecostales radica en
que han logrado crear una eficiente articulación entre la vida religiosa y la
vida material. Un puente entre la mística y la superación de una condición de
pobreza y destierro social. El gran suceso del pentecostalismo es que Dios es
capaz de producir cambios personales y materiales concretos en la vida del
creyente. Ya el catolicismo aparece más retórico y una compleja agenda
encabezada por la jerarquía más preocupada por incidir en la agenda y en el
espacio público que estar atenta a las necesidades y aspiraciones de la
feligresía.
Pero el papa
Bergoglio no es ajeno a esta realidad. Sabe muy bien como latinoamericano que
la Iglesia debe renovar su presencia pastoral y social en la región. Desde
antes de que fuera electo pontífice, Francisco llamaba a recuperar la
parroquialidad en la Iglesia, es decir, a tener un impulso mucho más pastoral
frente a una creciente burocratización y apego a los poderes seculares. La
presencia de Francisco, el primer papa latinoamericano, en Brasil, tiene
asegurada la notoriedad mediática, cada gesto y cada palabra sucitarán
expectativas y análisis en el continente. Hasta dónde la teología social del
papa Francisco podrá ser empática con la teología latinoamericana de la
liberación, incluso reconocer su aporte y reconciliación negada por los
anteriores pontífices europeos. ¿La teología popular, no marxista ni politizada
de Bergoglio, podrá hermanarse con los esfuerzos pastorales que aún persisten
de denuncia y apoyo a enfrentar la miseria, la desigualdad y sus mecanismos
económicos?, se pregunta el destacadísimo vaticanista italiano Marco Politi.
Por lo pronto se ha
venido llevando manifestaciones de rechazo evangélico por el trato privilegiado
y soporte económico por parte del gobierno a la visita de Francisco. La estadía
costará cerca de 250 millones de dólares. El gobierno federal y algunos
gobiernos estatales aportarán cerca de 70 por ciento del presupuesto, aunque
los organizadores tratan de apaciguar el descontento, sentenciando que con la
ayuda de empresas patrocinadoras y contribuciones en forma de cuotas de los
cientos de miles de peregrinos internos y del extranjero se solventarán los
gastos. Ahí está la polémica sobre el trato de excepción que aún perdura, de
una religión que está dejando ser mayoritaria. Pero tan sólo en seguridad del
Papa, el gobierno ha destinado más 11 mil efectivos que estarán pendientes de
la integridad de Francisco. En Roma, después de su encuentro de media hora con
el papa Francisco, 20 de marzo de 2013, la presidenta Rousseff fue abordada por
la prensa. Un periodista argentino le preguntó retadoramente qué pensaba de un
papa argentino en Brasil. Dilma respondió: Tú eres muy afortunado, porque es un
gran Papa, pero digo como nuestra gente dice: el Papa es argentino, pero Dios
es brasileño.
Fuente:
http://www.jornada.unam.mx/2013/07/17/opinion/020a1pol
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