ARTÍCULO PUBLICADO POR DIARIO CAMBIO, EL DÍA LUNES 30 DE ENERO DE 2012 |
Indicador Político
Carlos Ramírez
carlosramirezh@hotmail.com
Lunes 30 de Enero de 2012
+ Nazar: guerra secreta del PRI
+ La verdadera violación de DH
A la memoria viva de Aurora Berdejo, siempre presente
En esas imágenes circulares de la historia, Fernando
Gutiérrez Barrios murió antes de las elecciones del 2000 que le quitaron la
presidencia de la república al PRI; y antes de las elecciones que según las
encuestas podrían marcar el regreso del PRI a Los Pinos falleció Miguel Nazar
Haro, el otro cancerbero de la seguridad del Estado priísta.
Con los dos se fueron los secretos del poder autoritario,
las reglas autoritarias del PRI para reprimir la disidencia --armada y
pacífica, siempre política--, los expedientes de los asesinados, desaparecidos
y doblegados para impedir las demandas democráticas; y sobre todo, los datos de
la verdadera violación de los derechos humanos: la represión política para
impedir la entrega del poder por la vía democrática.
Las dos muertes por razones naturales dejaron mensajes
políticos: Gutiérrez Barrios, caballeroso, de modales finos, leal a la amistad,
pero duro a la hora mantener la seguridad política del Estado priísta,
representó durante casi cincuenta años el poder y la fuerza de la policía
política e iba a enfrentar las demandas sociales propias de la derrota del PRI;
Nazar, perseguido con acusaciones probadas pero en un sistema judicial que no
cambió porque también estuvo en las estructuras de la represión de Estado
priista, con la imagen del juez de consigna Eduardo Ferrer MacGregor que cerró
las rejas dejando a disidentes dentro y sin derechos ni garantías
constitucionales.
Así como Gutiérrez Barrios en el 2000, Nazar en este
temprano y decisivo 2012 fueron el recordatorio del expediente abierto y
aplazado de la represión priísta desde la fundación del Estado priísta en 1929
para mantener el poder y eludir las reglas democráticas. Si bien el aparato de
represión de la policía política mexicana se justificó por presiones de la CIA
y el gobierno de los EU para espiar, reprimir y perseguir aliados a la Unión Soviética,
en la política interna actuó exactamente de la mis a manera: una guerra fría
mexicana para castigar por la fuerza y al margen de la ley a los que pugnaban
por la alternancia partidista en el poder nacional: el PRI contra la protesta
social violenta de izquierda.
La policía política del PRI, la temible Dirección Federal de
Seguridad, fue fundada a instancias de la entonces incipiente CIA y su tarea
fue fundamentalmente política: defender el modelo capitalista y a su clase
dominante; no por menos, por ejemplo, importantes empresarios cuidaron a Nazar
cuando fue arrestado y encarcelado en la prisión de Topo Chico y ahora fueron
empresarios los que llenaron los periódicos de sentidas esquelas por Nazar.
La muerte de Nazar ha sido, pues, otro recordatorio de los
pendientes del PRI porque revive la represión como una de las tres herencias
malditas de setenta y un años en el poder; las otras dos tienen también al país
sin salidas a corto plazo: la pobreza estructural y la corrupción orgánica.
Pero no está por demás que la muerte de Nazar por causas naturales, sin que el
sistema judicial heredado también del priísmo haya podido castigar sus crímenes
políticos, se dé en el contexto de esa preocupación parcial de la sociedad por
los derechos humanos.
Es paradójico que la disidencia haya podido armar un aparato
de protesta por la muerte de narcos y criminales en el contexto de la
estrategia gubernamental contra los cárteles del crimen organizado y aún guarde
silencio cómplice por la verdadera represión política y social del Estado
priísta; y también es significativo que la sociedad mexicana que echó al PRI
del poder por sus saldos de represión, corrupción y pobreza ahora está mandando
señales en las encuestas de que prefiere al PRI de regreso al poder, aunque sea
el mismo PRI del pasado y con expedientes abiertos en la represión de la
democracia que, contradictoriamente, el PRI combatió con el crimen de Estado
para impedirla.
Gutiérrez Barrios y Nazar no fueron sólo los encargados del
aparato de represión política del Estado para proteger a México de la guerra
fría Estados Unidos-Unión Soviética, sino que reprodujeron al interior del país
esas contradicciones ante los enemigos internos. Pero, en descargo, no por decisión
propia o por genes represivos, sino porque el Estado priísta eludió el
ejercicio de la democracia y hubo de reprimir la disidencia política para no
perder el poder. A lo largo de toda su vida, el Estado priísta violó los
derechos humanos de la disidencia como objetivo político y de seguridad
nacional interna y no, como hoy, por daños colaterales en la lucha contra los
cárteles del crimen organizado.
Antes de exigirle cuentas al PRI de esos expedientes
represivos abiertos, la sociedad ya quiere que regrese al poder el priísmo que
persiguió, torturó y reprimió disidentes para poder mantener al PRI en el poder
absoluto. La represión política de la Federal de Seguridad --de la que fueron
jefes Gutiérrez Barrios y Nazar-- no fue colateral sino como objetivo,
institucional, de Estado.
Y tampoco debe olvidarse el hecho de que los cárteles del
narco crecieron y se fortalecieron por el apoyo directo de los organismos de
seguridad nacional, como se probó en 1985 cuando el asesinato del agente de la
DEA Enrique Camarena Salazar mostró que la Federal de Seguridad y la Judicial
Federal apadrinaban a los capos por razones de complicidad, pero también
políticas y de Estado: los narcos ocupaban espacios territoriales rurales donde
operaban las guerrillas y espiaban para el Estado. El director de la Federal de
Seguridad durante la gestión de Manuel Bartlett en Gobernación, José Antonio
Zorrilla Pérez, fue uno de los aliados del narco y está en la cárcel realmente
no por el asesinato de Buendía sino por haberse asociado al servicio secreto de
Alemania comunista y haber alejado a la DFS de la CIA y acercado al KGB
soviético.
De ahí que la muerte de Nazar le recuerde a la sociedad los
expedientes abiertos de la verdadera violación de derechos humanos de
disidentes. Y la muerte natural de Nazar dejó el mensaje de que el PRI puede
regresar a Los Pinos sin haber saldado esa cuenta histórica.
(Diario Político 2012 de Carlos Ramírez en www.grupotransicion.com.mx)
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