lunes, 12 de marzo de 2012


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Develan deslealtad de Ignacio Mier hacia Manuel Bartlett


Por Jorge Rodríguez Corona, Columna A Puerta Cerrada, El Sol de Puebla
Lunes, 12 de Marzo de 2012 | 08:31

Tal y como pronosticaban algunos desconfiados, el precandidato al Senado y ex gobernador de Puebla duda de las lealtades de su colaborador.
Cree que al mismo tiempo que le promete fidelidad y participa de los preparativos que realizan para la campaña, de la que Nacho sería coordinador en los municipios del interior del estado, éste va con Enrique Doger a contarle para filtrar información al búnker del PRI y de Blanca Alcalá Ruiz, una de sus rivales.
Se supone que Israel Pacheco, líder del sindicato del Ayuntamiento, se sumaría a las labores proselitistas de Bartlett, y que Fredy Aco asumiría el rol de jefe de prensa de la campaña, dicho por el mismísimo Mier.
Hoy que ninguna de esas dos promesas se convirtió en realidad, y que tanto Pacheco como Aco han evidenciado su afinidad por Doger, que será candidato a diputado federal por el PRI, la molestia de Bartlett se ha hecho expresa.
No descarte pues que al arranque de la contienda, el abanderado de la coalición Movimiento Progresista anuncie el relevo de su coordinador estatal.

Fuente:



Este artículo demuestra que nadie se le pega a Bartlett, ninguno de los priistas que se decía se sumarían a su proyecto. Su único seguidor el niño naranja.

Ni de izquierda ni de derecha…simplemente Manuel Bartlett

Por: Valentín Varillas
A Manuel  Bartlett resulta prácticamente imposible etiquetarlo en términos de la geometría política.

De derecha, de izquierda o de centro, lo cierto es que da igual.

El ex gobernador de Puebla es simplemente producto de un modelo sui generis de régimen político que se sustentaba en una simulación democrática con tintes autoritarios, que nació desde el poder y no para obtenerlo y que se mantuvo por décadas a través de procesos de cooptación de sectores y de estructuras y que se eternizó  ensayando un complejo sistema de reparto de posiciones estratégicas que se heredaban en función de los intereses del grupo gobernante.

¿Liberal?

¿Conservador?

¿Reformador?

Simplemente priista de la vieja guardia.

Y es que, a lo largo de su vida, Bartlett ha tenido que tomar decisiones y asumir conductas que en el análisis podrían fácilmente ser encasilladas en los puntos extremos de las ideologías políticas.

A veces de derecha, a veces de izquierda; dependiendo la conveniencia.

Por ejemplo, en el tema político.

Como un aguerrido enemigo de la derecha impidió el primer triunfo electoral del Pan en la gubernatura de un estado al operar el fraude mediante el cual Francisco Barrio no pudo llegar al gobierno de Chihuahua en 1986.

Impedir la llegada de la “reacción” al poder se convirtió en una de sus principales reivindicaciones.

Dos años después, como un convencido antiizquierdista, hizo “callar” o “caer” (como usted prefiera) el sistema de recuento de votos de la elección presidencial que sin duda hubiera llevado a Cuauhtémoc Cárdenas a la presidencia de la República, conectando al ya decadente régimen de partido único a un respirador artificial que lo mantuvo como auténtico vegetal por dos sexenios más.

“Don Manuel” como todavía le llaman algunos  en donde por cierto gobernó estableciendo alianzas muy claras con personajes representativos de lo más radical de la derecha poblana, fue fundamental en la transformación ideológica del PRI de una filosofía basada en postulados cercanos al nacionalismo revolucionario al neoliberalismo puro que por cierto hoy tanto critica.

Bartlett operó inclusive la salida del partido de personajes priistas que no comulgaban con el viraje ideológico tan radical ordenado desde lo más alto del poder político como el propio Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo  e Ifigenia Martínez y posteriormente Enrique González Pedrero y Rodolfo González Guevara.

Algunos de ellos hoy, sus supuestos aliados políticos.

Como funcionario público, no le quedó más remedio que avalar toda la serie de acciones que en su momento llevaron a cabo los presidentes “neoliberales” del PRI.

Estuvo de acuerdo en institucionalizar medidas que reducían al estado a su mínima expresión en términos del control y el manejo de instancias públicas y vio con buenos ojos los furiosos procesos de privatización que llevaron a cabo en su momento Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari.

¿Qué puede ser más cercano a una ideología de derecha?

Sin embargo, como senador de la República, Bartlett emprendió una lucha furiosa en contra de los grandes monopolios que existen actualmente en los medios electrónicos de comunicación en México y se erigió como defensor de la riqueza petrolera nacional.

Defendió a ultranza las reformas a la Ley de Radio y Televisión que romperían con el poder hegemónico de las grandes empresas de telecomunicación en México y cabildeó con diferentes partidos y sectores, desde distintos foros y medios,  que se impidiera la aprobación de la Reforma Energética integral enviada en su momento al legislativo por el presidente Calderón.
¿Y entonces?
En los hechos, resulta ocioso determinar si  Manuel Bartlett,  a través de su inminente inclusión en la próxima legislatura del Senado, puede aportar algo diferente o innovador a la vida política nacional.
Más bien se trata de la confirmación de aquella máxima que establece que, a cualquier edad, “el poder es el último afrodisíaco”.

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