Astillero
Debatir sobre el
petróleo
Respeto a la firma de
FC
Tenorio, sobre Bartlett
DF: suciedad múltiple
Julio Hernández López
SOBERANÍA. Luego de que
el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano montó una guardia de honor, ayer en
el Momumento a la Revolución, en memoria de su padre –el general Lázaro
Cárdenas del Río– por la expropiación petrolera, un ciudadano no identificado
se sumó al homenajeFoto María Meléndrez Parada
Sin necesidad de dar
por inaugurado un debate formal, la contienda por la Presidencia de la
República cuenta ya con un punto sustancial de trascendente confrontación de
ideas: el petróleo, su uso y destino, a partir de lo declarado ayer por los
principales actores políticos.
De un lado están
alineados, con matices secundarios, el panismo calderonista y el priísmo
peñasalinista. Del otro está la muy volátil configuración de la izquierda
electoral encabezada por el lopezobradorismo moreno.
La derecha considera
imprescindible abrir a capitales privados, tanto nacionales como extranjeros,
diversas franjas de operación del gran negocio de la principal riqueza
nacional. El calderonismo lo hace desde una posición que ya ha cerrado tratos
con firmas extranjeras y que insiste en profundizar la relación de socios con
empresas de Estados Unidos. El peñasalinismo acepta lo hecho por el panismo
gobernante y a su vez teje opciones a futuro con la esperanza de dar
continuidad a tales expectativas de dependencia pero bajo enfoques y arreglos
hechos por el priísmo en caso de llegar a Los Pinos.
Ante esas maniobras
privatizadoras debería considerarse como casi única posibilidad de freno una
izquierda que ya en el pasado logró posponer los apetitos del calderonismo, que
calculadoramente han resurgido en el periodo electoral bajo el disfraz pionero de
los acuerdos binacionales para explotación de yacimientos transfronterizos.
Pero esa misma
izquierda se enfrenta hoy a las necesidades de atemperamiento a que le obligan
las aspiraciones electorales y al pago de altísimos intereses para recuperar
algo de la imagen de legalidad e institucionalidad que le fue arrebatada por
una campaña de difamación a lo largo de los seis años anteriores. Ahora mismo,
el propio López Obrador ha anunciado que respetará los convenios que ha firmado
el calderonismo con empresas privadas locales y extranjeras para que trabajen
directamente en exploración y explotación de campos petroleros (nota de Enrique
Méndez en La Jornada), pero con el cambio se va a poner un hasta aquí y no se
concederán nuevos, porque se hará valer puntualmente el artículo 27 de la
Constitución.
Justo y necesario será
que se continúe con el debate público sobre el petróleo y su función respecto
del desarrollo nacional, a partir de las dos posiciones en pugna. También
importante será que la izquierda electoral defina si se tienen ya por aceptados
los pasos de privatización dados por el calderonismo y solamente queda como
expectativa de corrección el triunfo en las urnas en julio próximo.
En ¿otro? tema: Antonio
Tenorio Adame, luchador de izquierda de toda la vida, quien fue candidato del
PRD a gobernador de Puebla en 1992 contra Manuel Bartlett Díaz, hoy opina de la
candidatura a senador de éste y de la presencia de Manuel Camacho Solís en la
izquierda electoral: Creo que se atenta contra la memoria de la democracia, se
desvanece su legitimidad de origen, y se destruye la responsabilidad de quienes
cometieron los ilícitos contra, principalmente, las víctimas de los 500
asesinatos de luchadores sociales. Se desvanece la frontera del cambio político
que derrumbó al autoritarismo presidencial cesarista.
No coincide Tenorio con
la idea de la congruencia y la evolución del ex secretario de Gobernación y del
ex regente de la ciudad de México, pues este caso no es de percepción, porque
sólo quedaría encapsulado en el entorno electoral: se trata de no destruir un
tramo de la historia política que fue fundamental en el cambio político. No
destruir el origen. Donde ambos personajes, MCS y MBD, actuaron al unísono no
sólo para obstaculizar un triunfo electoral, que fue sembrado en la duda, sino
para distorsionar la limpia de la votación; asimismo, impedir el reconocimiento
de un agrupamiento político emergente (el encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas)
como el constructor de la nueva democracia. Por el contrario, acercaron la
alianza de un partido de derecha que se encontraba como tercera fuerza, para
cohabitar en el golpe al liberalismo nacionalista e imponer la globalización
salvaje del TLC.
Panistas y perredistas
de la ciudad de México han tenido a bien mostrar una parte de sus prendas
sucias a la hora de batallar en busca de candidaturas a puestos de elección
popular. La tradición de contiendas internas realizadas con aceptable limpieza
entre miembros del partido de blanco y azul ha devenido en vergonzosa lucha
entre el lodo a partir de que esa bandería llegó al poder en el plano federal,
sobre todo en el periodo de pragmatismo extremo que inauguró Felipe Calderón.
Ahora se multiplican las acusaciones relacionadas con el amplio catálogo de
delincuencia electoral que antaño los panistas reprochaban al PRI.
Todo un caso ha
resultado ser el de Jorge Romero, miembro destacado del grupo que encabeza la
poderosa primera prima del reino de Los Pinos, Mariana Gómez del Campo, con
quien ha mantenido una relación estrecha. Romero consiguió ayer un primer
resultado favorable en la búsqueda de la candidatura a la jugosísima delegación
Benito Juárez, donde se han fabricado fortunas personales y se ha contribuido a
campañas de otro nivel a partir de actos de corrupción en materia de concesiones
y permisos de construcción, entre otros rubros. Otro ejemplo de guerra interna
sin cuartel se ha dado en la delegación Miguel Hidalgo, donde (¡si Trotsky
viviera!) Ricardo Pascoe, quien fue miembro del Partido Revolucionario de los
Trabajadores, fue acusado de manipulaciones graves para dar continuidad al
grupo encabezado por Demetrio Sodi, cuya adscripción partidista más reciente es
la del panismo.
Del lado del sol
azteca, las pugnas entre corrientes internas han tenido expresiones de
violencia menor en el consejo político realizado a fines de la semana pasada.
René Bejarano, el incombustible jefe clientelar, ha enfrentado a opositores que
le reprochan lo mismo que ellos, y todos, practican, convertida la guerra por
posiciones en una exhibición de la pobreza ideológica y la voracidad
presupuestal. ¡Hasta mañana!
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